viernes, 25 de octubre de 2013

¿Por qué engordamos? Causas de la obesidad

Siempre me había preguntado qué aspecto tendría el fantasma verde que hacía las veces de mascota a los Cazafantasmas cuando estaba vivo

Este mismo lunes os hablé de por qué a veces no somos capaces de adelgazar, las causas que llevan a que más allá de un problema de aparente falta de voluntad, a la mayoría de la gente les falle la dieta. Quizá es un tema ligeramente relacionado pero, en mi opinión, tanto o más interesante. ¿Qué es lo que diferencia a una persona gorda de una persona delgada?

La respuesta que podríamos pensar que es más directa es por el hecho de que según la persona hay quien tiene una tasa metabólica mucho más baja que otra. ¿Es realmente un problema de metabolismo? De hecho quien tiene un sobrepeso considerable, suele tener un gasto calórico mayor, imaginaos una persona delgada llevando un saco de 15kg de patatas, sudaría al caminar. Permitidme un ejemplo ilustrativo, quienes tienen problemas de tiroides, cuando se les mide su gasto calórico diario no es en verdad más bajo que el de una persona sana. ¿Por qué entonces parece que la sabiduría popular nos dice que quienes tienen problemas de tiroides también tienen problemas para adelgazar? 

La obesidad es una condición multicausal, y seguro que me dejo muchas. El problema principal es detectar cuáles son las causas y cuáles las consecuencias de la obesidad.


  • El sobrepeso podría ser una consecuencia de tener hambre y no viceversa. Nuestro tejido adiposo no sólo sirve para reservar energía, sino que también sirve para segregar una hormona llamada leptina que sirve para controlar el hambre, con lo que cuanto más grasa tengamos en nuestro cuerpo menos hambre tendremos. Aún así, eso no significa que el hambre no se pueda controlar.
  • No es casualidad, en mi opinión, que las chicas con más pechos y caderas más anchas, o los chicos de espalda ancha y pelo en pecho, suelan tener problemas para controlar su peso... porque el problema son las hormonas. La falta de flexibilidad de nuestro sistema endocrino a la hora de metabolizar los hidratos de carbono es, probablemente, una de las claves a la hora de explicar la epidemia de obesidad de los últimos 20 o 30 años. De hecho, la limitada visión del balance calórico y la precipitada acusación de que todas las grasas provocan problemas cardíacos, pueden haber empeorado el problema ya que las hormonas son liposolubles y una dieta baja en grasa es, por definición, muy alta en hidratos.
  • Tener altos niveles de cortisol también puede provocar obesidad. El cortisol es la hormona que tradicionalmente nos ponía en alerta de que se acercaba un peligro, la hormona del estrés. De esta manera, niveles altos de cortisol se asocian a un mayor almacenamiento de grasa y a una mayor hambre. ¿Os ha pasado alguna vez que no habéis podido dormir bien una noche y al día siguiente estáis hambrientos? Vuestro cuerpo debido a la noche en vela, envía el mensaje de que hay que comer bien y prepararse para las vacas flacas. Por tanto, hay que ir con cuidado con el cortisol, es el enemigo natural de las dietas. Esta hormona la producimos cuando pasamos por periodos de estrés de cualquier tipo, cuando dormirmos poco o cuando pasamos un par de días sin comer o con una dieta demasiado estricta (lo cual colabora al efecto rebote tras una dieta relámpago).
  • La sarcopenia es el segundo enemigo. Se trata de la pérdida de masa muscular con la edad que se tiene a partir del decaimiento hormonal (os lo dije, el secreto son las hormonas). Aquí sí que suele tratarse de un problema de ralentización del metabolismo como tal, hombres que acostumbraban a consumir unas 2500kcal diarias, al envejecer y perder masa muscular, sus requerimientos diarios bajan, pero al comer ellos igual que antes, empiezan a engordar. La sarcopenia es también lo que va a provocar en la mayoría de los casos que necesitemos de algún tipo de asistencia, porque claro, imaginaos que llevarais 50 años sin hacer una sentadilla lo que os costaría incluso levantaros del sofá :).
  • Algunas enfermedades y medicaciones pueden provocar también obesidad. Son en general problemas neuroendocrinos. Por ejemplo existe el caso de un chico alemán al que le dañaron el hipotálamo tras un procedimiento neurocirujano de extirpación de un tumor cerebral, esos daños le provocaron una constante e imposible de controlar hambre (suena horrible, la verdad). También hay otras enfermedades a destacar, como la enfermedad de Cushing (se segregan grandes cantidades de cortisol), deficiencia de hormona del crecimiento, hipotiroidismo, síndrome del ovario poliquístico... De nuevo la clave son las hormonas.
  • Malos hábitos. A veces pueden ser causas ajenas a nuestra voluntad, pero a veces sí y eso tampoco hay que obviarlo. También es cierto que los malos hábitos se adquieren y el hambre se entrena.
Con todo esto, igual que en la entrada sobre las causas de no adelgazar, no os quiero dar un conjunto de excusas por las que tenéis sobrepeso. Mi intención es que entendáis que es posible que vuestra obesidad no sea culpa vuestra y os deprimáis porque os guste comer más de la cuenta; que entendáis la causa para ponerle una solución. Nuestra genética puede ser un freno, pero nunca un impedimento.

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